Nuestras vidas laborales están sufriendo cambios fundamentales. Son mucho más rápidas, menos formales, con más referencias locales y una agenda social más apretada que nunca. Y estos factores humanos se interconectan hasta afectar a la opinión tradicional de la oficina, donde la experiencia adquiere importancia. Hemos empezado a ver a las personas como consumidores de la oficina.
A medida que el trabajo se socializa, nuestras expectativas del empleo varían. Buscamos más significado. Es el reflejo del cambio de actitud de los trabajadores treintañeros o más jóvenes, la generación “Y” y los “milenarios”. Los estudios de AECOM han revelado tendencias instrumentales para el desarrollo de este cambio. Quienes lideran los cambios en el lugar de trabajo y en las expectativas de los empleados son los trabajadores del sector de la tecnología, los medios y las telecomunicaciones, y aunque estas tendencias suelen considerarse exclusivas de este sector, ya han empezado a influir en otros.
En el año 2020, una generación entera habrá crecido en el mundo digital. Los ordenadores, las redes sociales, la mensajería, internet… todo eso es natural para este grupo. Su familiaridad con la tecnología y el deseo de conexión permanentemente con amplias redes de familiares, amigos y contactos laborales transformará no solo la manera en que consumimos sino también cómo trabajamos. El concepto de separar la vida laboral de la personal se reduce. Al contrario, todo se amalgama en la vida, sin más.
En un estudio reciente de la revista CIO, el 87% de los encuestados identificaron las ventajas de la productividad como el factor principal de sus inversiones en tecnología móvil. Esta integración sin fisuras de la tecnología en todos los rincones de nuestras vidas también implica que las transiciones entre el hogar y el trabajo serán mucho más fluidas, por lo que se desperdiciará menos tiempo productivo, aunque a la vez se difuminan las líneas entre las actividades que hacemos para nosotros y para el trabajo.
“Además de la proporción creciente de espacios dedicados a la socialización, existen implicaciones para la oferta de servicios adicionales. Los servicios de comida in situ, compras, cuidados personales, salud y bienestar son cada vez más comunes.”
La dirección de los cambios en el espacio de la oficina no puede ser singular sino que debe acomodar la variedad. Las personas buscan lugares donde reunirse con compañeros, entablar amistades, trabajar en solitario, comer, relajarse y aprender. Suena más a una ciudad que a una oficina y ese es el reto de la organización. Los días en que las empresas supervisaban el uso de Facebook durante el “horario de trabajo” están contados. Los líderes inteligentes capacitan a las personas y dirigen a través de la producción sin estar presentes.
Si el trabajo ha salido de los edificios para muchos, ¿por qué seguimos centrados en la tipología de la oficina como el núcleo del trabajo? El trabajo suele producirse a nivel municipal y regional, y funciona a través de geografías globales.
Sin embargo, la mayoría de las personas deben trabajar en algún sitio y muchas organizaciones siguen prefiriendo reunir a toda su gente. Suele tratarse de una estrategia deliberada que incita a formar una cultura de cohesión, permite dirigir más fácilmente a los empleados, promueve la colaboración y ofrece acceso a tecnología especializada.
“Además de la proporción creciente de espacios dedicados a la socialización, existen implicaciones para la oferta de servicios adicionales. Los servicios de comida in situ, compras, cuidados personales, salud y bienestar son cada vez más comunes.”
La experiencia lo es todo
El diseño de la experiencia consiste en poner a las personas en el corazón del lugar de trabajo o proyecto de diseño. Empieza en el individuo y funciona a partir de ahí. Consiste en construir un sistema holístico de servicios, tecnología y lugares físicos que permiten a las personas ser más productivas. Muchas organizaciones no cuentan con un vínculo fuerte entre la gestión de las instalaciones, TIC y RRHH, y el resultado es una experiencia desconectada y ultracomplicada para el individuo. Colocar la experiencia en el centro del diseño obligará a los sistemas y las tecnologías a trabajar más de cerca.
El lugar de trabajo se convierte en una experiencia cada vez más social. Las generaciones jóvenes, en particular, priorizan los aspectos sociales del trabajo. Apreciamos el efecto dominó en los edificios de oficinas, donde una proporción cada vez mayor de los espacios interiores se asignan a zonas sociales y comunitarias, donde las personas pueden reunirse para colaborar, comer y jugar.
En los entornos actuales de trabajo flexible, cerca del 40% del suelo puede destinarse a espacios que no sean puestos de trabajo con escritorio. En una sede central, esta asignación de espacio puede ser incluso mayor y ocupar más del 50%.
Además de la proporción creciente de espacio dedicado a la socialización, existen implicaciones para la oferta de servicios adicionales. Los servicios de comida in situ, compras, cuidados personales, salud y bienestar son cada vez más comunes. Nuestros estudios revelan que pocas organizaciones están al día en cuanto al ritmo de los cambios y no gestionan estas instalaciones con los empleados en el centro de mira. Sugerimos que los responsables de las instalaciones y otras personas encargadas de diseñar oficinas que permitan un futuro más productivo, mantengan los ojos y la mente abierta. Nuestra visión es un lugar de trabajo mucho más parecido a un hotel o a un barrio de una ciudad en cuanto a la variedad de servicios ofrecidos a los empleados. La ingrata tarea de 9 a 5 desde un escritorio quedará relegada al pasado.