Aunque la compraventa inmobiliaria con monedas virtuales como Bitcoin todavía parece un concepto lejano, el sector inmobiliario comercial podría estar a punto de adoptar la tecnología criptográfica entre pares en forma de cadena de bloques.
Ofrecer confianza
En su esencia, la cadena de bloques es una base de datos que permite a personas y organizaciones que no confíen mutuamente o ni siquiera se conozcan, compartir una serie de registros verificados fechados, por lo general financieros. Es la confianza prestada de la mano de la criptografía.
La cadena de bloques registra quién en concreto ha actuado de una forma precisa y cuándo. Ofrece un medio de seguimiento exhaustivo y garantía de exactitud de la información, y puede aportar un valor considerable a los procedimientos, como el registro del título de la propiedad.
Tranquilidad financiera
Imagínese un mundo donde los detalles de cualquier alquiler de oficina pudieran comprobarse pulsando un botón; la tranquilidad y el poder de disponer de un historial verificado y preciso de los ingresos netos operativos de una finca desde el primer día de su actividad. Un conocimiento transparente e incontestable del rendimiento financiero.
La cadena de bloques también podría tener el potencial de ofrecer valoraciones altamente eficientes de la inversión mediante datos anónimos y comparables. Las tasaciones inmobiliarias complejas e independientes podrían convertirse en la excepción en vez de la norma, y las debidas diligencias financieras rebuscadas y los procesos de valoración serían sustituidos por un simple libro de cuentas de cadena de bloques.
La teoría de que la cadena de bloques podría en algún momento ofrecer ganancias incrementales al valor inmobiliario goza de muchos apoyos. El poder de la tecnología criptográfica de la cadena de bloques de mantener la historia podría reducir notablemente los costes de funcionamiento e incluso añadir transparencia al proceso de compraventa inmobiliaria.
Eficiencia operativa
Permitir que todas las operaciones de funcionamiento estén fechadas, verificadas y asignadas entre inquilinos de forma automática, una conciliación en vivo de las comisiones 365 días al año, 24 horas al día, con solo pulsar un botón, es una promesa importante. Y la cadena de bloques también revoluciona los sistemas de control de acceso físico gracias al acceso mediante teléfonos inteligentes compatibles con GPS. Esta prestación ofrece un registro auditado incuestionable a través de carteras inmobiliarias internacionales, al registrar exactamente quién estaba dónde y cuándo, y dejando entrar a la persona correcta en el lugar adecuado.
Abrirse al futuro
La cadena de bloques es una forma muy distinta de hacer las cosas. Tiene que ver con el auto cumplimiento y la diversificación de la confianza. Se trata de transparencia y velocidad, en un impulso incansable de la eficiencia. Independientemente de que el cambio lo promuevan los reguladores, las entidades financieras o los propios gestores de activos, al final el mundo inmobiliario comercial se tendrá que plantear si puede permitirse no adaptarse a este cambio. Con la promesa de la cadena de bloques, el mundo del ladrillo inmobiliario comercial podría por fin aprovechar el poder del nuevo mundo conectado.