En un principio los edificios se crearon con la intención de protegernos de las inclemencias exteriores. Hoy en día, gozamos de más seguridad y medios de los que tenían nuestros predecesores, pero; ¿y si los edificios que se diseñaron para protegernos, en realidad fueran perjudiciales para nuestra salud?
El concepto de salud y bienestar fue un concepto fundamental que se empezó a definir y a esbozar gracias al sistema de certificación BREEAM® (fundado en 1990) y que ha ido ganando relevancia como sistema de certificación desde 2014, gracias al informe publicado por el World Green Building Council (Consejo Mundial de la Construcción Sostenible): “Salud, bienestar y productividad en las oficinas” (2015), el cual defendía la importancia del diseño de los espacios con un enfoque en: la salud -bienestar, y su relación con la productividad.
Un nuevo estándar de calidad ambiental
En la actualidad, existe un nuevo certificado que está dando mucho que hablar. Presentado en 2014, el “WELL® Building Standard” es la primera certificación mundial para edificios que se centra únicamente en la salud y el bienestar humano; y que se basa en siete años de investigación científica, médica y arquitectónica, en conjunto.
Aunque algunos de los riesgos más comunes para nuestra salud hoy en día incluyen: la contaminación atmosférica, la mala alimentación, el estrés y la falta de sueño. Estos factores pueden debilitar el sistema inmunológico, pero además los estudios realizados por WELL® han descubierto que el entorno construido donde nos encontramos, afectan además profundamente a nuestras funciones vitales, desde el sistema endocrino hasta el sistema nervioso.
Desconexión
El ser humano como individuo, necesita relacionarse con el mundo exterior para mantener sus ritmos circadianos o reloj biológico, que ayudan a regular los patrones de sueño y otros procesos fisiológicos. El lugar de trabajo, al ser dónde más tiempo como individuos permanecemos en el interior, es uno de los que más influyen en dichos patrones. Por lo que un edificio con un adecuado estudio arquitectónico es vital para ayudar a mantener nuestros correctos ritmos circadianos para que no se vean alterados. Para ello algunos ejemplos pueden ser: conexión visual con el exterior y la temperatura de color de las luminarias en el interior del edificio; para que el cuerpo humano y el cerebro asocie la calidez y calidad de la iluminación que corresponderían a esa hora del día. De esta manera preparamos a nuestro cerebro a mantenerse en un ritmo circadiano normal y no afectar a los patrones del sueño, que pueden derivar en: absentismo laboral, desconcentración e incluso accidentes in itinere derivados del cansancio o insomnio. El estándar WELL® exige que se diseñen los edificios con buen acceso a la luz natural y una iluminación eléctrica con una temperatura de color adecuada.
Respiración
En la actualidad, los edificios tienen la función de protegernos de algunos de los contaminantes atmosféricos presentes en nuestras ciudades a través de la ventilación mecánica y otro tipos de medidas como la filtración continua de aire. Sin embargo, este proceso por lo general solo permite la eliminación de cierto tipo de material particulado y no de todos los contaminantes potencialmente peligrosos para la salud humana. Por lo que finalmente, sin ser conscientes de ello, se termina introduciendo en el edificio toda una serie de toxinas y contaminación microbiana nocivas a través de los conductos de ventilación y también, por medio de otros elementos como los compuestos orgánicos volátiles (COV) que existen en: pinturas, disolventes, adhesivos, mobiliario, equipamientos e incluso en los propios productos de limpieza.
La normativa WELL® fija el estándar y mide la calidad del aire en espacios interiores para reducir la exposición a dichos contaminantes. Se consigue combinando el “control en origen” (la eliminación de los contaminantes en los materiales) y el diseño de una ventilación óptima que proporcione suficiente aire fresco filtrado en los espacios interiores. Por ejemplo, se ha demostrado que el uso de ventilación por desplazamiento por debajo del suelo con extractores de techo, es una forma mucho más efectiva de introducir aire fresco en un espacio que a través de inyección de aire por la parte superior. La ventilación impulsa el aire viciado para arriba y hacia fuera por desplazamiento, evitando que se mezcle con el aire fresco. En un estudio realizado, se ha demostrado que la ventilación por desplazamiento resulta ser 6,6 veces mejor que el aire acondicionado estándar.
Estrés fisiológico
En algunos casos, se puede manifestar estrés fisiológico al tener que hacer frente a diferentes molestias que se pueden sufrir en el interior del edificio. Algunos ejemplos son: deslumbramiento, ruido (mal aislamiento acústico entre salas de reuniones, por equipos de aire acondicionado, etc.) y corrientes de aire frío. El estándar WELL® promueve un diseño que permita a los ocupantes del edificio tener más control sobre el ambiente interior, permitiéndoles ajustar las condiciones para reducir distracciones e incomodidades que se generen en dicho espacio.
Sentirse bien
Cada nivel de certificación WELL® (plata, oro y platino) exige que los edificios cumplan con una serie de requisitos mínimos. Estas condiciones previas ya de por sí establecen un estándar alto para las edificaciones. La aparente simplicidad del sistema, con una única página por feature o “característica”, implica implementar una serie de medidas durante el diseño y funcionamiento para cumplir con los estándares de rendimiento establecidos por el sistema. Por ejemplo, el eliminar de un edificio antes de su ocupación los COV de sus acabados internos es una iniciativa que ya estaba integrada en la certificación LEED® (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental), el sistema de certificación norteamericano desarrollado por el USGBC (Consejo Verde de la Certificación Estadounidense)
Sin embargo, esto no es algo que se pueda hacer de un día para otro. Dependiendo del tamaño del edificio, introducir mediante el sistema de ventilación el volumen de aire necesario para eliminar dichos componentes, puede exigir hasta veinte días por medio de un sistema de purga del edificio previo a la ocupación. Y sólo puede empezarse cuando se han instalado todos los equipamientos, acabados y mobiliario, ya que a menudo son el origen de dichos contaminantes. Aunque éste, no es el único sistema o medio que requiere WELL® para la calidad del aire en el interior. Cuesta imaginarse cómo encajarán esas semanas de más en el calendario habitual de un proyecto.
Nutrición
Según el estándar WELL®, la nutrición es una de la categorías relevantes en el sistema. Por lo que un ejemplo de ello es prevenir de la mala alimentación, alergias alimentarias y prevención anticipada de la diabetes. Para ello, las bebidas que se ofrezcan para su consumo dentro de un edificio no deben contener más de 30 gramos de azúcar por envase, lo que descarta muchas bebidas y refrescos con gas, y la comida no debe contener grasas transgénicas (aceite parcialmente hidrogenado). En muchas jurisdicciones no es obligatorio declarar las grasas transgénicas y muchos fabricantes las han retirado gradualmente pero todavía aparecen en algunos pasteles, bizcochos y galletas.
Compromiso vitalicio
WELL® se ha distinguido de casi todos los demás métodos de evaluación de edificios porque su certificación se basa en el rendimiento de uso y operación real. Una vez finalizado, se audita el funcionamiento del edificio y se realiza un proceso de comisionamiento y auditoría del mismo en base a los parámetros del sistema.
La auditoría incluye: la medición de la calidad del agua y el aire, la temperatura de color de la iluminación, la temperatura radiante, los niveles de decibelios y la reverberación acústica. Las características del diseño como la instalación de puestos de trabajo flexibles, incluida la presencia de mesas altas de trabajo; se someten a controles puntuales por parte del auditor. Pero el proceso no acaba aquí: la certificación debe renovarse cada tres años y existe el compromiso continuo de facilitar datos de estudios post-ocupación, registros de mantenimiento y medición de parámetros ambientales como la calidad del agua y el aire. Es un compromiso de por vida.
Adaptación del estándar
WELL® ha sido desarrollado en Estados Unidos y por esa razón a la hora de aplicar el sistema en Europa se observa que debido tanto a la normativa local, o condicionantes geográficos de cada país, existen algunas anomalías a la hora de su aplicabilidad, aunque algunas de estas diferencias van en su beneficio. Un buen ejemplo es la prohibición de fumar en espacios cerrados, vigente ya en casi todos los países europeos. Nuestros estándares elevados de tratamiento y calidad del agua también pueden contribuir a ganar puntos, aunque las experiencias recientes demuestran que puede ser necesario filtrar el agua para cumplir con los altos estándares de WELL®. Algunas ideas, como la alimentación consciente o la “biofilia” (la afinidad de los humanos con el mundo natural) pueden parecer ahora algo extraño o conceptos con los que aún no estamos familiarizados, pero cada vez hay más concienciación de estos aspectos, especialmente entre las empresas que compiten por tener empleados que son más felices en su puesto de trabajo y por tanto tienen mayores rendimientos. Además, hoy en día el nuevo perfil de empleado, no elige a una compañía solamente por la calidad del trabajo sino también por la calidad del espacio en sí, y el buen ambiente de trabajo en el que van a desarrollar sus actividades.
Equilibrio
La sección enfocada en la mente (mind) de WELL® resalta la relación entre la salud mental y la física, en la que el estrés es un factor importante de riesgo de muchas enfermedades crónicas y coronarias. Esta sección incluye un estilo de vida equilibrado que fomente unos patrones de sueño saludables. Para lograr estos puntos opcionales, las organizaciones deben implantar una serie de políticas para la mejora de la salud mental. Entre estas medidas existe por ejemplo la posibilidad de los empleados de evitar vuelos en los que se viaje de noche, que generan cansancio visual y constricción de los vasos oculares, dejando al individuo: cansado, aturdido y con posibles dolores de cabeza. La experiencia reciente de WELL® indica que es muy importante involucrar además, al equipo de recursos humanos cuando se realiza el acondicionamiento de la oficina.
Buenas prácticas
El estándar WELL® afecta actualmente a un porcentaje muy reducido de edificios, por lo que sólo muy pocas personas pueden beneficiarse de vivir y trabajar en este tipo de “edificios sanos”. Sin embargo, se trata de un nuevo estándar voluntario que marca cómo se puede mejorar el rendimiento de los edificios y bienestar de las personas. Ello implica que lo hoy supone un reto en la manera de diseñar y construir, será la práctica estándar del mañana. A juzgar por la aceptación de WELL® en Estados Unidos, existe desde luego una demanda de estándares más altos en nuestros edificios.
Por lo que parece sensato reducir el estrés causado por el entorno laboral debido a las distracciones, una mala postura y los contaminantes, así como por unos condicionantes que confunden a nuestro reloj interno y a nuestras hormonas. Aunque en la actualidad es un sistema de certificación voluntario, el objetivo último es conseguir que éstas sean las buenas prácticas habituales de los estándares en la edificación.